El Club de la Serpiente

La+Maga

Estaba La Maga esa noche, como las anteriores y las que vendrían, durmiendo las ninfas, que ese día habían agotado sus energías y robado para sí la de todos los miembros de la casa. La Ninfa Libre, la Azul y La Maga, danzaron llamando al Sueño que demoró en llegar porque se había detenido con el Angel Gris, que antes era Blanco, luego Plateado y desde hacía algún tiempo se tornaba plomizo sucumbiendo a los efectos del mal humor y su desinterés por la magia y las sorpresas de la conquista.

Antes de acostar a las Ninfas, La Maga pasó por la sala, miró de reojo el fuego agonizante de los leños a punto de perder la última chispa y dijo pensando: "espérame Fantasma, no te vayas, que en minutos estoy contigo..." Sin embargo los minutos se alargaron. Es que la Ninfa Azul había descubierto esa misma tarde la condición mágica de la mujer que la sostenía en brazos, cuando mirando hacia el espejo vio reflejada su propia imagen y detrás la de La Maga... Cuando giró la cabeza, La Maga también estaba allí y comprendió que podía estar en dos lugares al mismo tiempo. Eso retrasó su sueño... La ninfa Libre, ya lo sabía desde tiempo atrás, lo descubrió cuando un intenso dolor de panza desapareció gracias a las caricias de La Maga y convivió con eso desde entonces...

Cuando ya el sueño parecía haber ganado la batalla a las Ninfas, Libre dijo con los ojos apenas entreabiertos

- ¿Te vas con el fantasma Maga?

La Maga no se sorprendió porque sabía que la Ninfa Libre estaba formando su alma con polvos mágicos que ella misma había ido colocando mientras la amasaba y contestó con una sonrisa silenciosa pasando los dedos por el rostro y entregándosela al Sueño que esperaba sentado a un costado del lecho...

- Luego voy por ti - dijo el Sueño cuando la Maga salía en puntas de pie para no interrumpir su trabajo.

- No te apures, que tengo para rato...

La Maga fue hacia la cocina, preparó un oxizacre con granadas amargas, alcoholes inventados, azúcares y mieles y algunas hierbas que solía cultivar en un rincón del parque y de las que nadie conocía el origen. Luego colocó el brebaje en el caparazón pulido de una tortuga y se dispuso a encontrase con El Fantasma frente al fogón... Llenó de aire sus pulmones dispuesta a dar un soplido a los leños que a esa altura debían estar ya muertos... Sin embargo, cuando llegó a la chimenea, un gran fuego ardía suavemente... Sonrió La Maga sabiendo que El Fantasma escuchó el anuncio de su llegada y se recreó a si mismo.

Apagó entonces todas las luces de la sala para dejar brillar a El Fantasma en todo su esplendor, se sentó con los pies en cruz sobre una poltrona y se dispuso a reencontrase, como todas las noches, con su amigo.

Lo había conocido hace algún tiempo, por intermedio de otro fantasma, amo absoluto del destino de las personas que caían, incautas, a su planeta atraídas por lo que se sabían de ese sitio: allí las personas se encontraban, se engañaban a gusto, se reinventaban a sí mismas, se convertían en grandes beldades y se entregaban a placeres cuánto más imaginarios, más lujuriosos.

La maga había pasado por allí curioseando con su astrolabio en busca de estrellas que le confiaran nuevas formulas mágicas. Lo había hecho con algo de desgano porque desde tiempos inmemoriales, ella había construido su magia sin recurrir a otro artilugio que el de sus propias manos. Sin embargo, el Fantasma Amo de ese planeta, la había atrapado reservándole una sorpresa: otro fantasma, por él creado, que andaba con huecos en el alma sin saberlo. Sería, según dispuso el Fantasma Amo, una nueva fuente de recursos para La Maga: al ya conocido arte de pases fantásticos, formadora de almas, buscadora de Duendes, Angeles y Ninfas, le agregaría el de "cazadora de almas".

Sin saber que en realidad estaba siendo objeto de los caprichosos designios del Fantasma Amo, La Maga se abocó al nuevo encanto de atrapar almas. Hasta el momento, lo había intentado una vez y con éxito.

De El Fantasma poco sabía... y en rigor de la verdad, no le interesaba más que su alma: "teniendo su alma, lo conozco y lo poseo como nadie" – se convencía cuando fracasaban sus trucos de antropomorfismo.

El fuego de la chimenea se tranquilizó – en realidad era El Fantasma que al ver a La Maga frente a sí, abandonó los suspiros imperiosos que enardecían las llamas – y dibujó en el aire una agradable y pacífica armonía...

- Cómo ha sido tu día? - preguntó El Fantasma que no hablaba sino con el lenguaje de las manos...

- Cómo todos – dijo La Maga con el fastidio de la formalidad de una pregunta digna de una convivencia larga y monótona - Que quieres saber en realidad, mi Fantasma?

- De ti... en general...

- No te basta con lo que tienes? Si te plantas todas las noches en esos leños sin poder hacer yo nada para evitarlo.

- Si es tu propia tu magia la que me tiene atado a estos leños y el que no puede evitarla soy yo.

La Maga sabía que era así pero le atraía discutir con el fantasma.

- Vete si quieres – dijo – o es que no puedes con mi magia?

- No puedo porque no quiero intentarlo y si te gano y jamas vuelvo a los leños? Y si te pierdo? Y si me pierdes?

- Te recupero cuando quiero – contestó La Maga con destellos en los ojos por la satisfacción que le producían los desafíos.

- Mejor no lo intentemos, que no es momento aún.

Varias cosas adivinaba ella desde que le capturó el alma: se necesitaban mutuamente, pero si ese cuadro se repetía cada noche fue porque La Maga echó en los primeros encuentros polvos elaborados en su faena mezclando dependencia y seducción mientras robaba, en un constante movimiento de dedos, el alma de El Fantasma. Conocía también que se ajustaba a sus caprichos soñados, que era dócil a la vez que cauto... Adivinaba también La Maga, que por algo ese nombre llevaba, que era para el fantasma lo que el fantasma para ella - "Una historia inventada, surgida de ausencias desconocidas y presencias necesarias, un conjunto perfecto de agujeros álmicos. Un lugar común para volcar miserias y recoger virtudes. Un espacio para completarse..."

- Y que hay del Angel Gris?

- Duerme...

- Contigo tan cerca?...

- Por que no? La gente en estos lugares descansa... sobre todo a estas horas. Además cuando su Sueño lo atrapa mueve sus alas provocando estruendos espantosos de tal manera que ahuyenta al mío y yo caigo en exaltación de odios que me llevan directo a los brazos del Demonio y temo que llegue el día en que arranque sus alas, que para él son la vida misma...

- Y dime, como te has encontrado con él? Es acaso también un alma capturada con tus hechizos?

- Mira, deja ya los hechizos para las brujas, que soy solo Maga... Y no, no es un alma capturada, es solo una soledad perdida que he encontrado en mi camino.

- Pero no habrá de ser la única soledad que has encontrado... Que tiene de atractivo el Angel Gris?

- Su bondad y paciencia, cuando era el Angel Blanco. Su inteligencia y voluntad, cuando pasó a Angel Plata y ahora ya no lo sé... Es que lo han ganado el malhumor y la ausencia... Tal vez lo haya atrapado otro fantasma...

- Reemplazas con mi alma lo que has perdido?

- No, no es así, el Angel no supo- ni cuando fue Blanco, ni Plata ni ahora que es Gris - interesarse por mi magia, que es mi única pasión. Cuando hablo de ella, el Angel espera el primer punto de mis dichos para referirse a las suyas que son distintas y vienen del mundo de las ideas. El se explaya en elucubraciones eternas, infinitas y con el tiempo, entre el enojo de la postergación y la extensión de sus palabras, he perdido todo interés por lo que cuenta. Sin embargo, puedo utilizar mi magia con él: sus ideas suelen ser brillantes, pero no se le ha otorgado el Don de llevarlas al mundo real. Es allí que entro yo y las palabras se convierten en hechos. Por otra parte, mi amado Fantasma, el Angel Gris, ha sabido complacerme en varios caprichos y enamorarse de ellos y de esta manera, unirme a él hasta la eternidad.

- Que es eso de los caprichos?

- Es que en realidad no son estrictamente caprichos... Tiene que ver con las Ninfas...

- Que pasa con ellas?

Estaba yo metida en el baile de la vida y un día vi a la Ninfa Libre que había llegado a él sin haber recibido tarjeta de invitación. Oí sus llamados desesperados buscando que alguien que le permitiera entrar y - según parece – solo los que profesan la magia están habilitados para escucharlos. Allí estaba la Ninfa Libre, preguntando por La Maga... Fue, mi querido Fantasma, el encuentro mas sublime, el más mágico de toda mi magia. Conocí en ese momento un amor diferente, el mejor de todos, el más incondicional de los que existen en el mundo terrenal y en los otros y pensé que el círculo de la vida había cerrado en forma perfecta. Allí opuse al abandono y la soledad todos los artilugios que aprendí en mi carrera de maga, logrando que las divinidades me otorgaran el poder de amasar su alma, formarla a mi gusto – también con los aportes terrenales del Angel Gris – y hacerla a mi imagen y semejanza, que para eso están las divinidades pero en ese momento se habían olvidado de recibirla y no lograron escuchar su aviso de llegada a este mundo... Es por eso, que para corregir error tan tremendo, recurrieron a mi – que a fuerza de ser sincera – he de decirte que antes de eso, a cambio de regalarme el poder de la magia, me habían quitado la posibilidad de concebir Duendes o Ninfas y yo, sin medir más que mi propio egoísmo, acepté sin chistar semejante trueque.

- Y la ninfa Azul?

- Igual... Sólo que la ninfa Azul llegó a modo de brisa encontrándome distraída en otros soles del mundo en ese momento... Mientras ella avisaba a gritos su llegada, yo bañaba mi cuerpo con estrellas tan cercanas como ajenas. Es lo que suelo hacer para acaparar energías mágicas que luego usaré en nuevos pases... Sin embargo llegué a tiempo para rescatarla del olvido y comencé mi trabajo de moldear su alma y en eso estoy aún, será una tarea que durará varias vidas.

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Continuó por esos carriles el monólogo de La Maga. Relató a El Fantasma con detalles, sus vidas anteriores, confesó puntualmente los secretos de su magia, habló de los tres primeros siglos compartidos con el Angel Verde de quien solo recordaba vagamente su nombre y sus dones de crear árboles, plantas, pastos, cuidar praderas, sembrar campos y se detuvo, como recordando de repente, en sus poderes musicales que acabaron separándola de fusas y corcheas por largo tiempo. Luego se extendió en un minucioso relato de otros tres siglos junto al Brujo, hombre terrenal como pocos que dedicaba su tiempo a curar cuerpos enfermos y que había conquistado a La Maga cuando quitó del suyo una vanidosa dolencia que no era tal pero que a ella le provocaba ardores en el orgullo.

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El fuego de los leños se mantenía quieto. La Maga abandonó las palabras y se sometió a un amoroso deleite de fantasías compartidas con El Fantasma. Miró a un lado y observó que El Sueño se había sentado a un costado invitándola a soñar nuevas aventuras. Resignada ya a entregársele sin condiciones, pasó a su lado el Angel Gris. Rozó sus cabellos con la única intención de hacer notar su ocasional presencia y se sorprendió cuando La Maga tomó fuertemente su mano y lo atrajo hacia su cuerpo. El fuego crepitó mostrando el malhumor de El Fantasma. "Haya paz, mi Señor – murmuró La Maga – que este será nuestro momento"-

Menos ella - que sabía de sus propias intenciones - nadie adivinó lo que sucedería en la sala. El Angel gris, acostumbrado a ahogar el deseo que le producía el cuerpo de La Maga, se sometió sin reparos a sus juegos sin imaginar hasta donde llegarían. Ella lo volteó hacia el piso tibio y con los ojos cerrados comenzó a elaborar una magia nueva, desconocida, de final incierto.

Primero pinceló en su mente el rostro de El Fantasma... le otorgó los ojos rasgados, oscuros y profundos de la Ninfa Azul, cepilló con sedas su piel a la vez que le daba tintes de aceituna, dibujó cabellos escasos y suaves, trazó una nariz prominente y una boca espesa... Allí se detuvo y con sus propios labios le dio humedad y tibieza. Con su lengua cavó profundidades y armó níveos dientes que distribuyó en líneas imperfectas. Bajó hacia su pecho y moldeó un mullido colchón de pelos cortos y parejos. Se recostó en ellos y siguió dibujando con las manos... Primero el centro de su cuerpo: un agujero pequeño y perfecto de poca profundidad donde volcó el licor que había permanecido a su lado reposando en el caparazón. Reservó el placer de beberlo para más tarde y continuó el dibujo con las manos y la boca. Desde el ombligo tiró una línea oscura hasta el pubis y moldeó un sexo a su medida mientras lo erguía con los labios entreabiertos y las manos inquietas pero suaves. Cuando terminó de amasar dos piernas largas y velludas, pies grandes y dedos juntos, miró hacia la chimenea e invitó a El fantasma a ocupar ese cuerpo deshabitado.

- No Maga, no lo hagas, por favor...

- Vente ya que llegó nuestro momento.

- Ni le sueñes, que ese no soy yo...

- Sí, lo eres, métete ya en este cuerpo, te lo ruego...

- No, me marcho, que estás haciendo locuras.

La Maga entonces, viendo que El Fantasma no mentía, acudió a todos los poderes conocidos e inventó algunos nuevos apelando al deseo que había despertado en él mientras le mostraba su cuerpo desnudo. Movió las manos en el aire, cerró los ojos y pidió a los Dioses que le habían otorgado el poder de la magia no errar en el intento. A cambio, prometió que sería la única vez que cometiera semejante herejía. Abrió los ojos y vio a El Fantasma bajo su cuerpo, se encabritó sobre él y comenzó su tarea...

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Todas las cosas que jamás había soñado, las realizó esa noche La Maga. Recorrió con sus labios calientes uno a uno los huecos de ese cuerpo recién inventado. Se detuvo en cada recoveco, lamió cada centímetro de piel, bebió las gotas de sudor y en un nuevo pase de magia otorgó a El Fantasma el don del habla... Solo le dio voz para los suspiros que alimentaron cada uno de los suyos. Enloqueció al nuevo hombre con el distraído y constante rozar de cabellos sobre su vientre, bebió el licor a sorbos pequeños y guardó algunos tragos en su boca para depositarlo suavemente en la de El Fantasma. Mordisqueó sus labios mientras apretaba su sexo con las manos húmedas. De pronto separó su cuerpo, miró el rostro nuevo mientras se perdía en las profundidades de los ojos oscuros y murmuró casi sin aliento: "Sigue tu..."

El Fantasma hizo su trabajo como si la magia fuera su antiguo oficio. Copió cada uno de los movimientos de La Maga y dio a sus manos forma de mujer al tiempo que recorría ese mapa mil veces imaginado. Oyó los gemidos de su hembra nueva y adivinando las urgencias de La Maga, mordisqueó suavemente sus pechos redondos y cómodos al tiempo que se abría paso hacia el interior en su cuerpo. Retozaron largamente mezclando alientos, sabores, lenguas, jugos y suspiros. Se menearon en un ritmo parejo y constante y cuando los ríos de ambos buscaban la salida, El Fantasma tomó una decisión que los uniría eternamente... Irguió su torso, sacudió la cabeza miró largamente los ojos de mar de su mujer y con ellos habló: "Antes del placer infinito, debemos separarnos de estos cuerpos" La Maga asintió sin gestos ni palabras y también con sus ojos dijo: "Hazlo si puedes"...

Un haz de luz cenital cayó entonces sobre ellos mientras se vaciaban el uno al otro. Flotaron ingrávidos sobre la sala, traspasaron muros y desparramaron su agonía deliciosa, única, mágica por todo el Universo, conservando unidas sus almas en un placer interminable, que aún perdura.

Por semejante desobediencia a la Ley, fueron objeto de la ira de los Dioses que los expulsaron de todo mundo conocido dejándolos vagar eternamente en sitios sin espacios ni tiempo. Pero ambos supieron llevarse consigo una magia nueva por ellos creada y así inventaron su propio mundo, al que nadie puede acceder.

Es así como La Maga y El Fantasma abandonaron para siempre sus cuerpos, que morirán y renacerán en un círculo interminable.

Serán, según lo dispusieron ellos, cuerpos sin alma que se reproducirán y multiplicarán bajo la mirada distante y distraída de sus verdaderos dueños, abocados a amarse el uno al otro en aquel tiempo en que sucedieron los hechos, en éste y en los que vendrán.

 

 

Magica

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